Al realizar todo el proceso de lectura correspondiente para esta tercera semana, encontré un aspecto fundamental con el cual podríamos iniciar nuestra reflexión correspondiente para este tema:
El currículo es todo el proceso que hemos elegido como pertinente para poder desarrollar en el proceso de aprendizaje en el aula, sin embargo, esté contenido curricular está fundamentado en la realidad social del alumno, además esa relación social que debe tener el currículo también está fundamentado en el proceso cultural. Eso significa que la realidad del contenido curricular que desarrollamos en nuestra sociedad está más ligado a un proceso de culturación, lo cual puede hacer que nos desviemos del objetivo de generar aprendizajes que formen a un alumno para desenvolverse con mayor efectividad y calidad en la misma sociedad.
Esto hace que lleguemos al tema correspondiente para este tema, resolviendo la siguiente pregunta, que se identifica como el dilema del educador: ¿Educar para "llenar cabezas" o para que los sujetos elaboren sus propias ideas?
Creo que todos los que ejercemos de alguna forma este oficio de educador hemos llegado, de alguna u otra forma a este problema moral y ético. Es un problema moral, pues cuando hemos sido contratados se nos señalan unos contenidos correspondientes para poder ser ejercitados en el aula, sin embargo, uno descubre que las necesidades de los correspondientes grupos son diferentes. Ese punto hace que desde el aspecto moral, personalmente se inicie un conflicto de valoración sobre los contenidos que se ejecutan en el aula. Además, hay que tener en cuenta, que muchas instituciones educativas miden la calidad educativa en la cantidad temática desarrollada por el educador, lo cual hace que se funde toda la labor del educador en sólo un transmisor de información sin identificar ni reconocer la realidad en la cual se desenvuelve el mismo joven o adulto. Claro que si lo vemos desde el aspecto ético, el educador, cómo lo dije anteriormente, es un comunicador, pero ese comunicador debe partir de esa misma realidad que preocupa a los alumnos con el fin de generar una producción de conocimientos que vaya dirigida a la aplicación, con el firme objetivo de transformar la realidad que angustia al alumno.
Hoy, en el canal del Congreso escuchaba un foro sobre la ponencia negativa sobre el proyecto de ley que regulará la educación técnica y tecnológica, y caía en cuenta de una realidad:
Todo los procesos de articulación (currículo) que se desarrollan en las distintas instituciones educativas que se integran a los procesos desarrollados por el SENA, para formar técnicos y tecnologos, solamente se limitan a un ámbito puramente laboral dejando de lado los aspectos que verdaderamente deben importar, la realidad y la calidad humana. En esa articulación de los currículos para formar personas para el trabajo, están haciendo que sólo se piense en un aspecto laboral e industrial, apartando la realidad humana y la formación para la vida. Creo que la formación para el trabajo no debe subyugar la realidad del desarrollo humano, sólo pensamos, en nuestra sociedad, sobre el ingreso al mercado laboral, pero no pensamos en el desarrollo de otras capacidades y competencias humanas que se pueden potenciar con una formación técnica en otros aspectos sociales y humanos.
Por último, creo que el fracaso del alumno en la escuela o en su formación académica radica en la poca conexión del educador con su alumno, pues el interés del educador es el de poder identificar la realidad de dificultad que posee el alumno para poder aprender. Incluso, cabe en esta discusión, la visión del educador en el proceso educativo, pues del educador depende la realidad de la Enseñanza; su visión recarga la realidad de la acción del Aprendizaje en el alumno. El fracaso se mide en resultados, pero esos resultados nos pueden generar a nosotros indicadores que refieren o manifiesten la realidad del alumno. Además, existen instituciones educativas que miden la calidad de la educación por la cantidad de alumnos promovidos o no promovidos, y existen otras que lo miden por sólo los resultados finales (notas). Creo que el fracaso del alumno, radica en la motivación por aprender y desarrollar las actividades; el fracaso de la escuela, por la incapacidad de poder generar procesos de transformación social en la misma comunidad; y el fracaso del educador, se fundamenta en la realidad de su visión, sus objetivos y en la articulación de un currículo que se amolde a la realidad y a las necesidades que reflejan los alumnos según su realidad.